Sentir y pensar el agua
El niño es un ser provisto de una curiosidad natural, su mundo se hace cada día más grande e interesante si se le permite explorarlo libremente.
El medio acuático suele atraerlos fuertemente porque las propiedades del agua son diferentes a las del aire, haciéndola tan interesante para ellos. El agua nos ofrece todas sus bondades y también toda su complejidad.
En Mimar utilizamos el agua como herramienta vincular. El contacto piel con piel del niño y su mamá/papá, la ayuda incondicional y el acompañamiento adulto, son los pilares de la forma de trabajar que tengo.
Esos primeros años de acompañamiento acuático en familia tienen como objetivo estrechar y aprovechar el vínculo como una base segura, donde el niño continuará haciendo su camino y poco a poco será capaz de lograr su autonomía acuática y emocional.
Sin duda éste es el segundo objetivo. La autonomía acuática y emocional tiene que ver no solo con sus habilidades motrices en el agua sinó también con la capacidad de disfrute y bienestar en el medio y del desarrollo de su seguridad acuática.
Por último (en lo que se refiere a la primera infancia), el niño que descubrió, exploró y conquistó el medio acuático de la mano de su mamá o papá, a su tiempo y sin sobresaltos, se convierte en un niño hábil acuático. Este es el tercer objetivo.
Esta habilidad le abrirá las puertas para siempre al aprendizaje de un deporte acuático como puede ser la natación, disfrutar del agua de forma segura así como también de tener un hábito saludable.
A este proceso de desarrollo acuático del niño pequeño en Mimar lo llamamos “Aventuras acuáticas”, donde padres e hijos son los verdaderos conquistadores.
